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Álvaro Trujillo, socio de la cooperativa Exeo Consultoría, tiene una dilatada carrera acompañando a personas y equipos de trabajo para mejorar y alinear sus relaciones profesionales en la consecución de sus objetivos. Participa en proyectos de consultoría y formación, y con motivo de una facilitación en desarrollo de modelos de negocios en la Escuela de Economía Social pudimos charlar un rato de muchas cosas, pero sobre todo nos acercó la metodología que usa, la facilitación. Fue todo un placer.

Sabes, queremos hablar de procesos colectivos y de su facilitación. Lo primero, que nos parece importante, es acotar qué entendemos por proceso colectivo y qué es la facilitación, ¿nos lo aclaras? 

Si, por supuesto, pero lo haré con mis palabras, nada de definiciones académicas. Creo que esa puede ser una primera forma de poner en valor la facilitación… Yo entiendo por proceso un conjunto de acciones sucesivas, conducentes a la consecución de algo, y por colectivo, que es llevado a cabo por, al menos, dos personas que interactúan y son interdependientes entre sí, es decir, que lo que hace una afecta a la otra o a las demás (si son más de dos), y viceversa.  

Participamos en muchos procesos colectivos, por regla general, al cabo del día o de la semana. Desde decidir en una familia, dónde van de viaje e fin de semana. Hasta, Cuestiones más complejas, como, por ejemplo, llevar a cabo con otra(s) persona(s) un emprendimiento con el que queremos desarrollarnos personal y profesionalmente decidir la estrategia empresarial, establecer normas para mejorar las relaciones profesionales.

Por otra parte, la facilitación es hacer fácil algo. Y, en este caso, es hacer que el proceso en el que se embarca el colectivo sea lo más fácil posible para el propio colectivo, y que alcancen lo que se han propuesto de la manera más eficiente.

¿Entonces los procesos colectivos necesitan ser facilitados?

En realidad, todos los procesos son, de una manera u otra, facilitados. En un proceso poco complejo o rutinario, esa persona que prepara el orden del día o propone alguna forma de debatir, es la que lo está facilitando. Creo que la pregunta, en verdad, sería si los procesos colectivos deben ser facilitados por personas externas, profesionales de la facilitación. En este caso yo no tengo dudas y te digo que sí. Además de profesionalidad, es importante que esa persona, o equipo de facilitadores, tenga la menor implicación posible en los asuntos de fondo. Que no se nos olvide lo que he comentado al principio, en un colectivo somos interdependientes. Lo que hacemos unos nos afecta a los demás. En un proceso de facilitación, cuándo dar por bueno algo, qué hacer en cada momento, o cómo hacerlo, puede ser decisivo en el resultado final. Y, ya se sabe, si eres “juez y parte,” podemos tomar decisiones interesadas que afecten al resultado final del proceso, aunque sea inconscientemente, sin ninguna malicia y desde la honestidad.  

¿Qué técnicas o procedimientos se utilizan en la facilitación?

Cada proceso es distinto y no lo es, aunque pueda parecer una contradicción. No existe un listado de técnicas estándar a usar siempre, porque en cada momento del proceso y en cada proceso, las personas que los facilitamos utilizamos técnicas diferentes, teniendo en cuenta el objetivo que se quiere lograr, el estado de las personas, las destrezas, los tiempos, los canales de intervención, etc.  

Pero todas las técnicas utilizadas tienen que poner en primer plano, hacer protagonistas, a las personas que conforman el colectivo. Las técnicas deben hacer emerger sus ideas, sus pensamientos, en un entorno seguro y de respeto. Todo debe sumar para que, posteriormente, se pueda construir algo colectivo de lo que sentirse orgullosos. Algo que puedan considerar como suyo realmente. Cuando las personas asumimos algo como nuestro, como propio, nos comprometemos más. 

Respecto al procedimiento, debo decirte que la facilitación de cualquier proceso es una cuestión de co-diseño y co-creación con el colectivo, que, en verdad, es el propietario del proceso. Quien facilita tiene que hacer partícipe a la parte interesada en el diseño del proceso, escucharla, conocer y respetar sus ritmos, sus miedos, sus aspiraciones. Respetarles no significa ser condescendiente, tienes que confrontarlos, retarlos, permitirles que tomen sus decisiones, aunque tú creas que se están equivocando.  

Para mí ese es el papel más difícil de quién facilita. Es importante, imprescindible, ser muy directivo con el proceso, y nada directivo con el fondo del proceso, De hecho, en ocasiones, es muy positivo que no sepas nada, o muy poco, del fondo del proceso. Eso hace que, como facilitador externo, se pueda facilitar cualquier proceso, sea cual sea el fondo del mismo.  

Para mí, el proceso de facilitación tiene cuatro fases: 

  • La definición del objeto del trabajo, es decir, que el colectivo decida sobre qué quiere trabajar, qué quiere lograr exactamente. 
  • Que definan en qué momento están con respecto a dónde quieren llegar. Que exploren qué han hecho, qué no han hecho, qué pueden usar como impulso y qué puede resultarle un freno a la hora de alcanzar lo establecido. 
  • Que establezcan un plan de acción, que sea en realidad accionable, que impulse y facilite la acción. No se consiguen los cambios si no hacen lo que han decidido hacer. 
  • Evaluar, medir, para que sepan lo que han conseguido y lo que no. Qué tienen que seguir trabajando para conseguir sus metas.  Ser conscientes de los aprendizajes y anotarlos es importante y da valor, además de que les ayudará a replicar los aciertos. 

Si te fijas, he hablado en tercera persona del plural, y no ha sido casualidad. Quién facilita no es quien hace, sino quien, con técnicas y herramientas, facilita que se haga. Eso le tiene que quedar meridianamente claro tanto al colectivo como a las personas facilitadoras. 

¿Qué impacto tiene la facilitación en las cooperativas y proyectos de emprendimiento que acompañáis desde la Escuela?

Eso te lo tendrían que responder ellas, pero bueno, me atreveré a darte mi opinión al respecto. 

Creo que les facilitamos alcanzar logros que, de otra forma, les hubieran supuesto más tiempo, más esfuerzo y más coste personal. Les acompañamos a que abran la mente a otras opciones que no se habían planteado y a que descubran las posibilidades de ponerlas en marcha, no sin esfuerzo, pero sí con compromiso.  

A nosotros nos gusta hablar del doble logro de los procesos colectivos que son facilitados por el equipo de la Escuela: 

Un logro es el de los efectos, los efectos que se producen en las personas del colectivo desde un doble sentido. Por una parte, a título individual, suelen comprometerse más de lo inicialmente pensado. Y, por otra parte, a título colectivo, se producen, entre las personas, acercamiento de posturas, generación de debates constructivos y nuevas formas de relacionarse.  

El otro logro es el de los resultados, no siempre son los planteados en un principio, pero, en la mayoría de los casos, se acercan mucho, y eso es lo que nos hace seguir creyendo en esta forma de trabajar. 

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