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Conectar por lo que nos une para crecer por nuestras diferencias.

Las Comunidades de Práctica (COPs) no son algo nuevo, de hecho, son un fenómeno social ancestral relacionado con nuestra manera “natural” y orgánica de enseñar y aprender juntos en los diferentes modos de organización por los que vamos transitando. Decía el psicólogo y pedagogo Lev Vygotsky que el aprendizaje se produce más fácilmente en situaciones colectivas en las que las personas interaccionan entre sí en torno a asuntos que les conciernen, que les son significativos y relevantes, que les tocan, que les pertenecen.

Tampoco es innovadora su aplicación en el ámbito profesional. Ya en los años 90, las organizaciones más avispadas, tras gastar ingentes cantidades de dinero y esfuerzo en formación, se dieron cuenta del enorme talento interno que se estaba desaprovechando y de cómo esa desafección por los saberes de las personas influía negativamente en su nivel de compromiso con el logro de los objetivos de la organización. Así que volvieron la mirada hacia dentro y empezaron a conectar personas y saberes complementarios, por supuesto, sin perder su ósmosis con el conocimiento y la práctica exterior.

Desde entonces, en el entorno VICA [volátil, incierto, complejo y ambiguo] en el que actualmente operamos dentro y fuera de las organizaciones, públicas y privadas, las Comunidades de Práctica han proliferado en cada vez más departamentos de recursos humanos como sistema para la gestión del talento real de sus profesionales. La complejidad de los desafíos personales, económicos, sociales y medioambientales del siglo XXI exigen respuestas diversas y creativas sólo posibles, más allá de la individualidad, a través de experiencias de enseñanza-aprendizaje basadas en la inteligencia colectiva y, sobre todo, en la práctica profesional compartida. Las civilizaciones han evolucionado gracias al ensayo-error de las comunidades humanas. Los bosques perduran por siglos gracias a que sus individuos se conectan entre sí, se comunican y aprenden entre ellos, transmitiéndose información útil y elementos orgánicos que les permiten superar plagas y otros retos para su supervivencia (Suzanne Simard, 2021). En el ecosistema contenido en un metro de bosque (David G. Haskell, 2013) hay tanta sabiduría como en cualquiera de nuestras organizaciones, la diferencia es que la naturaleza la aprovecha para mantenerse sana, para crecer.

En esta línea, Étienne Wenger, a quien puede atribuirse el concepto actual e impulso de las Comunidades de Práctica, las ha definido como “Un grupo de personas que comparten un interés, profundizan su conocimiento y experiencia en el área a través de una interacción continua que fortalece sus relaciones”. A partir de esta definición, el teórico del aprendizaje social y la cognición situada, considera las organizaciones como una constelación de Comunidades de Práctica que, a su vez, interactúan entre sí.

En el seno de nuestras organizaciones de Economía Social, las COPs son una oportunidad para el aprendizaje horizontal, coherente con nuestros 7 principios cooperativos: adhesión voluntaria, gestión democrática, participación, autonomía e independencia, formación, intercooperación e interés por la comunidad, son elementos indisociables de las Comunidades de Práctica. Poner a las personas en el centro de la organización, como síntesis y bandera de estos principios, supone atender sus expectativas, emociones e intereses, pero también reconocer su talento, escucharlo para aprender de él, dignificarlo y aprovecharlo al servicio de los objetivos de la organización, del bien común. Tarea que habrá que abordar no sólo como personas individuales, sino, sobre todo, conectando personas de la organización que comparten intereses y retos comunes, como hace cualquier otro ecosistema complejo para mantenerse, en nuestro caso, tejiendo narrativas compartidas sobre lo que sabemos y hacemos bien, desde la complicidad personal y organizacional.

Además de una metodología colaborativa para el aprendizaje social, las COPs son un elogio de los saberes y la práctica de las personas en organizaciones avanzadas que se atreven a escucharse a sí mismas para aprender de su capital más esencial, de las personas interconectadas que las cohabitan.

El reto no es fácil, pero totalmente posible y más que deseable para la sostenibilidad y mejora continua de nuestras organizaciones y profesionales. Para retener su talento, mejorar el clima, aumentar el compromiso de las personas con un propósito común y los objetivos compartidos, co-creando soluciones más creativas, complementarias y adaptadas a contextos particulares cada vez más complejos.

En otra entrada a este blog, compartiré algunas ideas sobre cómo llevar a la práctica esta manera de gestionar el ingente talento e intraemprendimiento de nuestras organizaciones en hibridación con otros modelos de enseñanza-aprendizaje presentes en las mismas.

Referencias hipervínculos:

Suzanne Simard. 2021. En busca del árbol madre: descubre la sabiduría del bosque. Paidós Ibérica.

https://www.youtube.com/watch?v=3tHeFuLa6_U

David G, Haskell. 2013. En unmetro de bosque: un año observando la naturaleza. Ed. Turner.

Etienne & Beberly Wenger Concepto COP

Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso su autora mediante una licencia de Creative Commonsrespetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Esta entrada ha sido realizada en el marco del proyecto  Desarrollo de recursos didácticos basados en experiencias y situaciones reales de emprendimientos y empresas de Economía Social  financiado por la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía.

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