El pasado mes de junio la Escuela organizaba el III Foro Iberoamericano de Economía Social: Acción por el clima con rostro de mujer y en la mesa “La energía que nos mueve” tuve la suerte de compartir reflexiones sobre cómo puede contribuir la economía social a que la transición ecológica traiga consigo un empleo más equitativo y de mayor calidad para las mujeres en la industria energética y a mejorar el acceso a la energía, paliando sus consecuencias negativas sobre mujeres y niñas.
Este dialogo nos dio voz a cinco mujeres de varios países que nos vinculamos al sector de la energía desde distintos perfiles profesionales y asumiendo la necesidad de incorporar una perspectiva emancipadora y ecofeminista, verdaderamente transformadora, hacía la soberanía energética.
Aquí me gustaría hacer un apunte, nos encontramos en un momento en que se nos visibiliza mucho más a quienes formamos parte del sector de la energía, pero es imprescindible cuidar y seguir fomentando que se incorporen más mujeres. Porque si no solo acabaremos debilitadas por el sobre esfuerzo y la sobre exposición de unas pocas y no se conseguirán los cambios sociales que necesitamos.
Informes como el de la Agencia Internacional de la Energía (IRENA) sobre la perspectiva de género en el sector renovable [Renewable Energy: A gender Perspective] o el estudio de Ingeniería sin Fronteras [Desigualdad de género y pobreza energética. Un factor de riesgo olvidado] nos aportan datos sobre cómo los impactos negativos del modelo energético actual nos afectan más intensamente a las mujeres.
Para aterrizar estos datos en cualquiera de nuestros pueblos os animo a que leáis el estudio realizado por la Asociación para el Desarrollo del Guadajoz y Campiña Este de Córdoba, en el marco del proyecto LICLE Liderando Comunidades Locales de Energía, con el propósito de conocer si hay una feminización encubierta de la pobreza energética en los municipios de su ámbito de acción, incorporando el enfoque de género y juventud.
Personalmente creo que, además de mejorar los datos disponibles e incorporar la perspectiva de género al diagnóstico de la problemática y las intervenciones, también es necesario poner cara a las desigualdades y desequilibrios en vez de hablar exclusivamente de números. Acercarnos a nuestra vecina y nuestro vecino, buscar soluciones desde la empatía, compartiendo la vulnerabilidad, siendo conscientes de nuestros privilegios y de la vulnerabilidad compartida.
El ámbito de las Comunidades Energéticas, aunque son iniciativas muy incipientes, ya observamos desigualdad de género en la participación en muchos de ellas.
¿Cuáles son las barreras para que las mujeres estemos participando menos en estos procesos?
Existen dos muy obvias:
- Falta de tiempo.
Las mismas cuestiones que nos hacen más vulnerables a los impactos del sistema energético o dificultan el acceso a la energía también contribuyen a la menor participación de las mujeres, o a una participación intermitente y que no posibilita asumir roles con mayor implicación en la gestión.
Tareas de cuidados de la infancia y los mayores, trabajos discontinuos y precarizados, cansancio por la doble jornada,…son algunas de las cuestiones que hacen que las mujeres no dispongamos de tiempo de calidad para implicarnos en procesos de este tipo.
- Inseguridades.
Las comunidades energéticas no deberían ser espacios técnicos sino espacios vecinales en los que buscar soluciones colectivas para garantizar el acceso a la energía que necesitamos para llevar una vida buena, digna y sostenible y aprender haciendo en común. Pero no siempre es así o no se percibe así inicialmente.
La energía es un tema que han ido oscureciendo y enmarañando para tener el control desde el oligopolio, a pesar de ser una cuestión que atraviesa nuestra vida en todo momento. Para romper esas dinámicas es necesario crear espacios seguros de aprendizaje para la práctica, en los que cualquier persona independientemente de su género, su edad o del nivel de conocimiento que tenga se sienta cómoda y sienta que puede aprender pero también enseñar lo que sabe.
No podemos perder nunca de vista que aunque el ODS 7 [Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos] no hace referencia específica a las mujeres, sin embargo, muchos de los problemas que tratan de solucionarse a través de sus metas están directamente relacionadas con el papel de la mujer en la sociedad y debemos implicarnos en el cambio.
Esta entrada ha sido realizada en el marco del proyecto Acciones de difusión y promoción para el fomento de las comunidades energéticas en Andalucía bajo modelos de la Economía Social financiado por la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía.