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Finanzas solidarias para fortalecer el trabajo y el desarrollo socio-comunitario 

En las ultimas décadas, el capitalismo global entro en una fase voraz a nivel mundial, agudizando su costado mas financiero y especulativo. Desde hace unos años, nos encontramos ante una globalización neoliberal financierizada, o en palabras de Samir Amin, ante un fenómeno evidente de patrimonialización de la economía, sustituyéndose la reproducción ampliada de la vida (Jose Luis Coraggio) por la reproducción ampliada de la riqueza y el poder financiero. Esta búsqueda incesante del rédito financiero en los mercados globales muestra la cara más agresiva del capitalismo financiero globalizado: la de la concentración de la riqueza en cada vez menos manos, así como la subordinación de la economía real (producción de bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades humanas), a la economía crematistica y especulativa. Para hacernos una idea más cabal de este fenómeno, hay que saber que más de la mitad de las ganancias generadas por el sistema económico mundial provienen exclusivamente de actividades financieras. 

Claramente esto no siempre fue así. Las finanzas surgieron históricamente como un conjunto de recursos y dispositivos instrumentales al servicio de la economía (real o productiva), ciencia social cuyo objetivo primario es la conservación de la especie humana” (Georgescu-Roegen, 2007). De hecho, la antropología económica hallo en el curso de la historia en los sistemas económicos humanos, dos principios de comportamiento ignorados por la economía del capital, principios que funcionaban como rectores del orden y el equilibrio comunitario, tanto en el plano de la producción como en la distribución de los bienes y la utilidad social; éstos son la reciprocidad y la redistribución. (Polanyi, 1992: 91,92).  

Sin embargo, cuando valoramos en la actualidad el rol e impacto de las finanzas en la mayoría de las sociedades del mundo, nos encontramos con una realidad bien distinta. En América Latina, en particular, y especialmente en relación con los sectores populares urbanos, se acuño recientemente el termino “extractivismo financiero” para aludir al rol depredador de las finanzas en las economías familiares y comunitarias. En lugar de ser vehículo para el fortalecimiento del trabajo y de las economías productivas, desde hace unos años las finanzas desencadenan perversos ciclos de endeudamiento en las familias, principalmente en las mujeres, sostén principal de las unidades domestico- productivas latinoamericanas. Así, lejos de apuntalar la inversión en capital de trabajo de proyectos autogestivos generadores de ingreso, los hogares de los sectores populares terminan por endeudarse para subsistir, sufragando con endeudamiento insostenible necesidades elementales tales como la alimentación familiar, la educación de los hijos/as, o las refacciones y arreglos de la vivienda. Si bien en una primera etapa la expansión del sistema financiero hacia los sectores populares fue funcional a la autogestión del trabajo y a la ampliación del consumo mas allá del sector asalariado, el fenómeno devino, sin embargo, en una intensificación de la financierización de la vida cotidiana, dirigida especialmente a economías feminizadas y precarizadas, como afirman Veronica Gago y Lucia Cavallero.  

¿Tiene conexión este fenómeno de “endeudamiento en cadena” de las familias con el fenómeno mas macroeconómico de la deuda externa de estos países? Sin duda alguna. ¿Qué hacer, pues, ante esta realidad abrumadora e insostenible? Desde la economía social y solidaria apostamos por recuperar y potenciar el rol de las finanzas solidarias para la reproducción ampliada de la vida, con base en el trabajo en sus múltiples dimensiones (de cuidados, autogestionado, comunitario). Para ello, es precisa una conjunción de firmes voluntades politico-institucionales, asi como el diseño de arquitecturas financieras idóneas, con base en la participación comunitaria y en el perfil y necesidades de los sectores involucrados y protagonistas (familias, emprendimientos familiares, cooperativos y organizaciones sociales). 

En Argentina, tanto en ámbitos rurales como en sectores urbanos, un amplio abanico de experiencias y practicas de finanzas solidarias ya existentes, nos marcan pautas de caminos posibles a seguir, fortalecer o reinventar. En ellas, descubrimos finanzas  creativas, dinámicas y participativas, diseñadas al servicio de sus protagonistas y del desarrollo comunitario local. Años, atrás, por ejemplo, fui testigo y acompañante de la generación y sostenimiento de Fondos rotatorios de crédito en el contexto del norte rural argentino, a partir de la acción organizada de familias vecinas que precisaban cubrir necesidades relacionadas con sus formas de vida ligadas al territorio (subsistencia, reproducción social y hábitat). La generación de un fondo monetario colectivo y solidario tenia lugar a partir de un fondeo inicial (proveniente de un subsidio, una donación, o de las cuotas de los propios  socios de la organización), con el acompañamiento por parte de ONGs de la zona. Estos fondos eran administrados por las propias organizaciones, quienes diseñaban y viabilizaban líneas de crédito para el fortalecimiento de su capital de trabajo (insumos, materiales, materias primas), o la mejora de las condiciones de vida en la comunidad (tierra segura para producir y vivir, agua para consumo humano y animal). 

Por otro lado, las denominadas microfinanzas se desplegaron en las ultimas decadas, sobre todo en ámbitos urbanos, como productos y servicios financieros dirigidos a personas con bajo nivel de ingresos y excluidas del mercado bancario formal, a fin de fortalecer actividades socio económicas en pequeña escala, con baja capitalización. Con base en relaciones de proximidad y confianza, las transacciones de ahorro y crédito en los barrios acontecen en un contexto de  historia, identidad y prácticas locales compartidas, fortaleciendo ademas la educación financiera de los participantes. Por otra parte, productos como los meso-créditos apuntan al fortalecimiento y escala del trabajo cooperativo de una organización productiva que aporta valor a la comunidad (por ejemplo, en el caso argentino, una cooperativa de trabajo o una empresa recuperada por sus trabajadores). Estos créditos tienen como destino el capital de trabajo o la mejora de las instalaciones e infraestructura de la empresa social, y comprometen a sus integrantes a la inversión del fondeo y a su recuperación con los retornos del capital. Adicionalmente, instrumentos y metodologías tales como la garantía solidaria o grupal (o coaval solidario), o bien la banca comunal, ademas de innovar de forma creativa, habilitan la generación de lazos y sinergias entre los participantes, fortaleciendo el tejido social y comunitario. 

Frente a la arquitectura institucional y financiera mas estable y previsible propia del contexto europeo, las finanzas solidarias en América Latina adoptan formas mas creativas, flexibles, participativas e innovadoras, resultado de un contexto institucional y estatal históricamente mas frágil, y en mayor consonancia, asimismo, con la tradición de autogestión popular de sus protagonistas. 

Si bien el termino “finanzas” alude etimológicamente a “terminar” (finir/ finer) o “cerrar”, contratos o transacciones, desde la economía social y solidaria apelamos a la reinvención creativa de naturaleza y propósito de los instrumentos financieros. Mas que en “concluir”, pensemos en las finanzas como herramientas que habilitan a “abrir” y desplegar procesos de trabajo autogestivo, redes entre pares, alianzas cooperativas y transacciones solidarias y reciprocas que sitúen en el centro la vida, el trabajo y el cuidado familiar y comunitario en los barrios y territorios. Diseñemos las finanzas como herramienta y como derecho para mejorar nuestras vidas, a través de nuestros proyectos.  

Como afirma Max Neef, solo así se dará origen a un desarrollo sano, autodependiente y participativo capaz de crear los fundamentos para un orden en el que se pueda conciliar el crecimiento de las personas y de toda la persona, con el crecimiento económico y la solidaridad social. (Neef, 1998) 

Esta entrada ha sido realizada en el marco del proyecto  Desarrollo de un modelo de plataforma de orientación para la financiación ética y alternativas de empresas y organizaciones  financiado por la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía.

Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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