Carmen Pastor comparte un espacio con la Escuela para hablar sobre Economía Social y la Innovación Tecnológica. Carmen es una destacada experta en economía social y solidaria, con una trayectoria que abarca tanto la academia como la práctica empresarial. Su enfoque se centra en cómo las tecnologías emergentes, como el blockchain, pueden integrarse en modelos de negocio cooperativos para fomentar la transparencia, la equidad y la sostenibilidad. En esta entrevista, Carmen nos ofrece una visión profunda sobre los desafíos y oportunidades que enfrentan las empresas de economía social en el contexto de la digitalización y la concentración del poder tecnológico. Además, comparte su perspectiva sobre la importancia de la regulación y la cooperación para construir un mercado digital más justo y accesible para todos.
¿Cuáles son los principales retos y desafíos que presenta la tecnología en la sociedad global actual?
Bueno, para mí, los principales retos son la concentración del mercado que están llevando a cabo las grandes plataformas. Este pulso entre las grandes Big Tech, representadas por figuras como Bezos y otros, está generando una concentración del mercado digital. No es que estén dejando fuera a otros actores, pero sí es cierto que los beneficios y dividendos digitales que se obtienen de esta nueva economía del dato no están siendo explotados o utilizados por otras empresas con diferentes concepciones del mercado y de la empresa. En la economía capitalista no ha habido problemas para integrar a la economía social y solidaria, pero ahora detecto que estas empresas, junto con las pymes, están quedando fuera. En términos geopolíticos, podemos decir que Europa está quedando fuera de esta gran batalla que se está librando en el nuevo espacio digital.
¿Cómo afecta la concentración de poder del sector tecnológico a la propiedad de los datos, a la privacidad y la intermediación?
Bueno, en una evolución muy rápida de la web tal como la conocemos, no podemos decir que la web surge de una forma. Internet, en realidad, es una aplicación. Lo que pasa es que generalizamos, pero Internet surge en sus primeros inicios como un sistema de comunicación militar y de la academia de las universidades. Fíjate que nace de forma descentralizada.
En sus primeros desarrollos, cuando pasa a ser un sistema de comercio electrónico y de comunicación abierto, la información se genera de forma estática y cualquier empresa, ya sea de economía social o no, podía poner su escaparate en ese espacio digital con su nombre de dominio, su página web, etcétera. Esto aceleró la economía, porque era una forma de tener abierto un espacio 24/7 en el que se podía comprar y vender continuamente sin cerrar.
Esto también se unió a una serie de mejoras en los medios de pago, como las pasarelas de pago, que permitían completar transacciones totalmente electrónicas. De esa Internet de los primeros desarrollos de comercio electrónico, la llamada web 1.0, que era una información estática, hemos pasado en 2005 a la web 2.0, la web dinámica. Pero el fenómeno que se ha producido es que de una web descentralizada hemos pasado a grandes plataformas en las que el contenido es dinámico y, paradójicamente, sus productores de contenido quedan fuera del mercado y del dividendo digital. Principalmente, quienes gestionan y explotan los datos son las grandes plataformas.
Hoy en día, si alguien se plantea vender en línea, tenderá a poner su negocio en Amazon, a diferencia de la primera web, donde cada uno abría su espacio digital y vendía. Esto genera un efecto arrastre: entro a la plataforma, compro y me sale una ventana o publicidad, compro más, etcétera. Todos somos usuarios de grandes plataformas.
Con el desarrollo de la tecnología, como blockchain, estas grandes plataformas serán capaces de ofrecer servicios financieros sin necesidad de intermediarios clásicos como Visa, Mastercard, PayPal, etcétera. Cada plataforma podría tener su moneda. El gran desafío es que todos vemos peligrar nuestra intimidad y privacidad porque nos sentimos perfilados. El problema es que el dato verdaderamente interesante es el dato financiero. Si estas grandes plataformas tienen acceso a nuestros datos de pagos, se crea una gran amenaza.
La forma europea de solucionar estos problemas es con mucha regulación y de forma solidaria. Las nuevas leyes, como el Reglamento General de Protección de Datos (GDPR) y la Ley de Gobernanza del Dato, intentan frenar a estas grandes plataformas y crear un mercado digital más justo y equitativo. Sin embargo, estamos hablando principalmente de datos funcionales, no financieros.
El verdadero debate es sobre el dato financiero, que hasta hace poco estaba custodiado por las entidades de crédito. Desde Europa se quiere aliviar este problema con la creación de espacios de datos, obligando a las grandes infraestructuras financieras a compartir datos con las fintech a través de APIs. Esto permitiría a los usuarios tener control sobre los datos que comparten.
El titular del dato no somos nosotros, sino la entidad financiera que mantiene la infraestructura y explota el dato. Nosotros, como usuarios, podremos dar permiso y obligar a la entidad de crédito a compartir nuestro dato con quien queramos. Por ejemplo, una fintech podría ofrecer un mejor servicio financiero basándose en nuestros datos reales.
La Comisión Europea lanzó en 2020 su estrategia de datos, creando varios espacios de datos en Europa. El gran reto es ser capaces de explotar estos datos para conocer el mercado y las necesidades de los clientes. Aunque los datos no sean nuestros ni del usuario, el usuario debe poder decidir con quién compartirlos.
El principal problema para las empresas de economía social es que están viviendo al margen de este desarrollo. Pero no es solo una cuestión de la economía social, sino de cualquier negocio pequeño, que está más preocupado por el día a día y llegar a fin de mes.
Carmen, con este panorama que dibujas sobre la importancia del dato, especialmente el dato financiero, y cómo está siendo apropiado, ¿Qué riesgos crees que suponen para nuestra democracia, para las democracias en general, para las sociedades y para el sistema de libertades?
Bueno, yo creo que hay un riesgo evidente, y es que se cree una sociedad de dos velocidades. Es decir, que se estratifique entre los que están dentro del espacio digital y aprovechan sus beneficios, y los que quedan fuera y son aprovechados por ese espacio digital. Nosotros siempre vamos a producir datos con nuestra interacción con el medio digital, pero no nos vamos a beneficiar de esos datos; serán las grandes tecnológicas las que lo hagan. La cuestión es ver de qué manera se nos puede devolver esto como un buen servicio, no como un mal servicio.
Un ejemplo muy básico: ahora mismo puedo ir a una entidad de crédito y solicitar un préstamo. Si estoy en una lista de morosos, lo tendré complicado, pero incluso estando en un fichero positivo, no tengo forma de acreditarlo. El dato es propiedad de la entidad financiera, no mío. Con las nuevas medidas legislativas, lo máximo a lo que puedo aspirar es a decidir con quién comparto el dato y obligar a la entidad a compartirlo, lo cual ya es mucho.
Esto está conectado con el reglamento de inteligencia artificial. Uno de los casos de alto riesgo en el uso de algoritmos es precisamente la utilización de datos para seleccionar perfiles. Imagina que no sabemos con qué datos están entrenando los algoritmos. En Europa se obliga a la especialidad del algoritmo, pero podría encontrarme en una situación en la que, aunque sea un buen cliente bancario, el algoritmo me excluya de un préstamo porque compro en comercios de clases sociales bajas. Esto es una simplificación, pero ilustra el problema.
Desde el punto de vista de un cliente bancario, esto es preocupante, pero también afecta a las empresas. Imagina que se infiere que las empresas de economía social no son buenas porque no son capitalistas. La forma en que diseñamos y entrenamos los algoritmos influye en las respuestas que obtenemos. Los algoritmos no son inteligentes por sí mismos; son productos de su entrenamiento.
Dejar todo en manos de los datos y los algoritmos sin ningún tipo de control no es bueno. Las empresas de economía social deberían implicarse más en este desafío, uniendo fuerzas y creando cooperativas tecnológicas. Deberíamos controlar la tecnología y crear empresas que defiendan los intereses de la economía social. Incluso los reglamentos comunitarios apuntan a la forma de cooperativa de datos como uno de los principales actores.
Hay un problema en los reglamentos comunitarios: aunque dan una capa de derecho obligatorio, dejan una gran autonomía a las infraestructuras tecnológicas que se están creando. Las comunidades que se crean para compartir datos deberían ser cooperativas, con principios de puerta abierta y tratamiento equitativo. Estas comunidades pueden establecer estándares y algoritmos que no estén controlados por todos sus miembros. La economía social debe tomar más partido e involucrarse en este gran desafío y liderazgo.
¿Qué alternativas tecnológicas pueden dar respuesta a estos grandes retos que provoca la concentración e intermediación tecnológica?
Las tecnologías son muchas y confluyen entre sí. Como te he comentado antes, no podemos entender la inteligencia artificial sin una base de datos que alimente los algoritmos. Lo preocupante es que esos datos sean reales y de calidad, no datos recopilados de redes sociales, fake news, etcétera. Crear un sistema en el que los algoritmos funcionen bien implica tener buenos datos.
El reto no está tanto en las tecnologías, porque son neutrales y no se posicionan a favor de nadie. Tenemos dos opciones: una concentración de poder, como vemos con grandes capitales que siempre están dispuestos a innovar y sumarse a lo que salga, o una respuesta descentralizada y cooperativa, como fue en su origen Internet.
El problema no está en la tecnología, sino en nuestra capacidad de respuesta ante ella. Los grandes capitales tienen una acumulación de conocimiento y recursos que la sociedad civil en general no tiene. La respuesta de Estados Unidos y la Unión Europea es lenta, basada en reglamentos. Lo que nos debería unir como colectivo es el sentimiento de respuesta ante un gran reto y una gran revolución: cooperar y dar una respuesta descentralizada.
Una PYME, una cooperativa o una fundación no tiene la capacidad para tener un espacio de datos, entender qué es un espacio de datos o saber cómo explotarlos. Al mismo tiempo, los usuarios no confiamos en ceder nuestros datos porque no sabemos qué harán con ellos. Crear un nuevo espacio de confianza y una nueva respuesta ante este desafío es el gran reto, no la tecnología en sí.
La economía social tiene recursos suficientes para crear un espacio de datos de las empresas de economía social, diseñar algoritmos, etcétera. Aquí, como en todos lados, hay gente muy lista. El problema es que no se tiene conciencia. No es un problema de tecnología.
¿Qué papel puede jugar la tecnología blockchain para dar respuesta a la concentración, la intermediación y la privacidad?
Bueno, blockchain no es una única tecnología, sino la confluencia de varias tecnologías, como la criptografía y las matemáticas que aseguran los datos, y la firma electrónica con clave asimétrica. Dentro de la evolución de Internet, después de la web 2.0, tendríamos la web 3.0. El gran salto que hemos dado con estas tecnologías, sin entrar en detalles como bitcoin, es significativo.
Las tecnologías descentralizadas de registro electrónico, como blockchain o DLT (Distributed Ledger Technology), funcionan como un gran libro contable compartido. Su fuerza reside en la comunidad, ya que el propietario no está concentrado en una única base de datos gestionada por un solo titular, sino que son varios nodos entrelazados. Es un sistema descentralizado, similar al origen de Internet.
La integridad y la realidad del dato las decide la comunidad, lo que hace que sean inalterables e inatacables. Al igual que una cooperativa, que no puede ser absorbida por otra empresa ni comprada porque pertenece a los socios de forma descentralizada, esta tecnología funciona de manera similar. El registro del dato se lleva de forma descentralizada y, por tanto, no puede ser atacado ni manipulado.
Con el sistema de Wallet que la Unión Europea está adoptando para la identidad digital, podremos tener una identidad vinculada a un punto de arranque real en Internet. Esto nos permitirá tener una identidad digital verdadera y comprobable, y confiar en el dato. Hasta ahora, el problema en el espacio digital es que los datos pueden ser reproducidos infinitamente, y no sabemos cuándo estamos ante un original digital o una copia.
Con esta tecnología, podemos tener un documento digital original, lo que facilita enormemente las transacciones peer-to-peer, el comercio, etcétera. Un documento con sello de tiempo y firma electrónica nos permite realizar cualquier tipo de transacción de forma segura, confiable y a un coste ínfimo.
¿Podrías darnos ejemplos de cómo blockchain se está utilizando para promover la transparencia y la equidad?
Mira, te voy a poner un ejemplo muy bonito que tenemos en la Comunidad Valenciana. La cooperativa BlockchainFUE tiene como cooperativista a ISTEC-ACCV. ISTEC-ACCV es un prestador de servicios cualificados electrónicos, similar a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de España, y es un medio propio de la administración valenciana, la Conselleria de la Generalitat Valenciana. Nuestra red blockchain da servicio a la Generalitat a través de esta empresa pública, ISTEC-ACCV.
En la carpeta ciudadana, las notificaciones se realizan por la administración. El paso que se ha dado es que esa certificación, el hash, quede grabado en nuestra red blockchain. Esto actúa como un sello temporal, vinculando el documento con la identidad y el momento temporal, y queda registrado en nuestra red.
Esto es importante para la transparencia, porque la propia administración, con nuestra red, proporciona un medio de prueba electrónico al ciudadano. Muchas veces, en los recursos administrativos, necesitamos una prueba de que hicimos una solicitud en un momento determinado o que se nos notificó una multa. Esta evidencia electrónica puede ser a favor o en contra de la administración o del administrado.
La confianza digital que nos trae esta tecnología es que el software opera como un tercero imparcial, simplemente registrando que esa evidencia electrónica se produjo en ese momento. Esto se puede aplicar al comercio y a cualquier tipo de transacción.

En el modelo de economía social y solidaria, el valor de la solidaridad es el elemento central que lo define. ¿Qué relación existe entre la tecnología blockchain y la economía social y solidaria?
Mira, cuando hice mi tesis doctoral sobre sociedades cooperativas y el régimen económico, realicé una estancia de investigación en Münster, Alemania, en el Instituto de Cooperativas. Una de las principales enseñanzas que aprendí allí fue un esquema muy básico, pero que me sirvió mucho para entender la relación de las cooperativas y la economía social con el mercado.
Me mostraron un gráfico que decía que la cooperativa, o la economía social, pone una empresa fuerte en la parte débil del mercado y la coloca en la parte fuerte del mercado. Esta tecnología descentralizada, como blockchain, sirve para unirnos: unir a una empresa pública, a un hotelero de Benidorm, a muchas cooperativas como Caixa Popular o Enercoop, que es una cooperativa eléctrica. Lo que hacemos es unirnos todos los que estamos en la parte débil del mercado, porque no tenemos acceso a la tecnología ni la comprendemos, y situar una empresa en la parte fuerte, donde están las grandes tecnológicas y consultoras. Ahí es donde veo el papel de blockchain.
Durante una estancia de investigación en Münster, Alemania, aprendí que las cooperativas y la economía social pueden fortalecer su posición en el mercado mediante la unión y el uso de tecnologías descentralizadas como blockchain. Este enfoque permite a empresas públicas, hoteleros y cooperativas unirse y competir en la parte fuerte del mercado, dominada por grandes tecnológicas y consultoras. Blockchain facilita esta unión, ayudando a aquellos en la parte débil del mercado a acceder y comprender la tecnología, fortaleciendo así su posición.
¿Y la solidaridad dónde está?
En compartir una herramienta sin apropiárnosla. Esa cooperativa es de interés general, es una cooperativa de servicio que presta de forma desinteresada y solidaria. No tiene ánimo de lucro. Los socios se unen por una necesidad común y la solidaridad está en unirnos todos y solucionar un problema de forma conjunta, sin excluir a nadie, bajo los principios de puerta abierta, etcétera.
Aplicar la titularidad de una infraestructura tecnológica crítica, como blockchain, y darle una gestión y titularidad cooperativa implica que todo lo demás va de serie. Por eso insisto tanto, y desde la Unión Europea se incluyen específicamente las cooperativas de datos y la gestión de los espacios de datos. Es una fórmula que siempre ha funcionado para evitar que un espacio de datos caiga en manos de una Big Tech o sea exclusivo y excluyente.
Hoy en día, la economía social como modelo para gestionar empresas tecnológicas es la gran apuesta, o debería serlo. Debemos concienciarnos de que nuestra supervivencia como sociedad con valores depende de ello.
El modelo de economía social y solidaria no solo plantea una forma de producir o prestar servicios, sino también de consumir. ¿Cómo podemos, desde el consumo responsable y solidario, contribuir a construir una tecnología más equitativa y justa?
Hace tiempo propuse la idea de crear un distintivo para las empresas de economía social en blockchain. Al igual que vamos a tener un Wallet de identidad digital con el Reglamento de Identificación y Servicios Electrónicos (eIDAS) 2.0, que introducirá la firma electrónica para empresas, creo que es una oportunidad excelente para que las empresas de economía social se distingan y tengan su propia credencial verificable en blockchain. Esto acreditaría que son empresas realmente solidarias y responsables. A partir de ahí, nuestro consumo se orientaría a seleccionar este tipo de empresas comprometidas.
Ese distintivo para las empresas de economía social en blockchain, con el Reglamento de Identificación y Servicios Electrónicos (eIDAS) 2.0, que introducirá la firma electrónica para empresas, es una excelente oportunidad para que estas empresas tengan su propia credencial verificable en blockchain. Esto acreditaría su compromiso solidario y responsable, orientando el consumo hacia empresas comprometidas.
Pero ¿qué estamos eligiendo consumidores? ¿Qué significa esa toma de conciencia y el desconocimiento?
Estamos eligiendo una sociedad mejor.
¿Pero en cuanto a la empresa y sus acciones? Por ejemplo, si me doy de alta en una comunidad energética, sé que las decisiones son democráticas y transparentes.
Con esta tecnología, pueden garantizar que el origen de esa energía es sostenible y renovable, algo que otros no pueden hacer. En el sistema capitalista, la única información que se da es el precio. Con esta tecnología, puedes acceder a información sobre la trazabilidad del producto, como si realmente está hecho con materiales reciclados.
Entonces, al elegir una empresa con ese certificado de blockchain, estoy eligiendo veracidad y una empresa que realmente certifica sus acciones de forma colectiva.
Exactamente. Como consumidor, también puedes elegir proporcionar tus datos de consumo a esta empresa para que sus algoritmos trabajen para ofrecerte un mejor servicio y reducir el desperdicio. Esto permite a la empresa prever la producción necesaria basándose en datos reales. Tu elección como consumidor ayuda a hacer más competitiva a esa empresa y a premiarla por su buen servicio.
Es fundamental que la tecnología sea confiable, que la infraestructura donde se almacenan los datos sea segura y que no se exploten los datos para fines diferentes. La tecnología debe ser utilizada de manera leal y transparente, ofreciendo productos confiables y construyendo una sociedad justa y equitativa.
Veo dos fases: una toma de conciencia del problema y una acción concreta. En tecnología, estamos en el primer escalón de la toma de conciencia. ¿Cuáles crees que son los obstáculos que limitan la expansión de estas tecnologías en la economía social y solidaria?
Principalmente, lo que acabas de decir: la falta de conciencia tanto en los consumidores como en las empresas.
¿Qué acciones necesitamos desde la economía social y solidaria para fomentar una tecnología más transparente y colectiva como la blockchain?
Lo primero es que la economía social y solidaria tome conciencia del potencial que tiene. No solo desde el propio sector, sino también transmitirlo a la sociedad. Desde que empecé en este campo, he visto que el sector tiene una humildad que le impide verse como una empresa fuerte. Además, no se transmite a la sociedad la fuerza que tiene la cooperación.
El sector debe concienciarse de su papel en el mercado digital y transmitir el mensaje de que no es algo alternativo, sino que debe ser la alternativa principal en el futuro. La economía social tiene un potencial enorme y debe ser vista como una opción principal, no residual.
¿Qué oportunidades ves en el futuro de la tecnología desde la economía social y solidaria?
No lo veo como una oportunidad, sino como una necesidad. No es cuestión de modernizarse, sino de supervivencia del propio modelo.
Emprendimiento Colectivo ha publicado esta entrevista con el permiso de la entrevistada mediante una licencia de Creative Commons.