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Si conversas con cualquier persona que forme parte del equipo de una cooperativa y le preguntas sobre los obstáculos que dificultan la innovación, la comunicación aparecerá como uno de los problemas fundamentales.  

Cuando hablamos de comunicación en la organización no nos referimos solo a las conversaciones diarias o a los correos electrónicos que enviamos, sino a cómo la información fluye por la organización, o a cuáles son las estructuras que generamos para poder comprender el entorno que nos rodea y poder responder de una manera ágil y exitosa a través de la innovación. 

Pero si sabemos que la comunicación es clave ¿Por qué resulta tan difícil poner remedio a este problema?  

Una de las razones fundamentales reside en que las consecuencias de una mala comunicación no se manifiestan de forma inmediata, se manifiestan a través de síntomas que acaban por hacerse cotidianos, como los silos de información que impiden la colaboración, los rumores que erosionan la confianza, las decisiones tomadas en la cúpula que no encuentran eco ni compromiso en los equipos, los errores y problemas que se repiten, la perdida de oportunidades que derivan en una pérdida de capacidad y de recursos, etc.  

Todos estos no son fallos aislados, son patrones sistémicos que se repiten como círculos viciosos, generando problemas que mantienen a los equipos “apagando los fuegos” del corto plazo y limitando su capacidad operativa y estratégica para transformar los problemas más profundos que operan en el medio y largo plazo. 

Cuando los problemas de comunicación se mantienen en el tiempo acaban por erosionar el sentido último de la entidad, porque generan una falta de claridad en el propósito y los objetivos de la cooperativa. Sin un norte claro, los equipos trabajan de forma desalineada, con esfuerzos duplicados y una sensación de desmotivación. El compromiso se reduce y la resistencia al cambio se fortalece, creando un ciclo que debilita el desempeño. Es como si el barco quisiera avanzar, pero cada persona en él estuviera remando en una dirección diferente. 

Mejorar la comunicación debe ser una prioridad para la organización. No es un gasto, es una inversión estratégica. Una cooperativa que se comunica bien es una cooperativa que es capaz de aprender, innovar y adaptarse de forma proactiva. La transparencia, la participación y la claridad son los pilares que fortalecen el compromiso de los socios y los equipos, reforzando así la identidad institucional y generando mayor impacto en la comunidad. 

La buena comunicación no solo mejora el trabajo interno; también aumenta el prestigio y la influencia de la cooperativa. Al ser más transparentes y coherentes, se atraen nuevos socios, se establecen mejores alianzas y se fortalece la posición de la cooperativa como agente de cambio en la economía social. 

Si te planteas por donde empezar para mejorar la comunicación en tu cooperativa te dejo cinco acciones que os pueden ayudar a construir una comunicación sistémica que generen círculos virtuosos que favorezcan la innovación. 

1. Mapea tus conversaciones clave: No asumas que sabes quién habla con quién. Mapea los canales formales e informales de comunicación. ¿Qué información fluye y qué información se estanca? ¿Quiénes son los «nodos» clave de información? Esto te dará un diagnóstico de la salud de tu sistema de comunicación y te permitirá identificar los puntos de bloqueo. 

2. Crea espacios de diálogo, no solo de información: Las reuniones deben ser más que monólogos de la gerencia. Fomenta el diálogo abierto y la escucha activa. Diseña espacios donde los equipos puedan compartir sus perspectivas, debatir ideas y cocrear soluciones.  

3. Institucionaliza la retroalimentación como un activo: En lugar de ver el feedback como una crítica personal, promueve una cultura donde se valore como una herramienta para el crecimiento. Los líderes deben ser los primeros en solicitar retroalimentación de sus equipos, demostrando que la vulnerabilidad y el aprendizaje continuo son pilares del liderazgo. 

4. Invierte en coherencia, el ejemplo es el mejor mensaje: La comunicación empieza en la cúspide. Las juntas directivas y los equipos gerenciales deben modelar la transparencia y la apertura. Si se predica un mensaje de inclusión y se toman decisiones a puerta cerrada, se crea un cortocircuito que debilita toda la organización. 

5. Simplifica los flujos de información: Analiza si tus procesos son demasiado complejos. A menudo, la burocracia y la rigidez jerárquica son la causa principal de una mala comunicación. Busca formas de simplificar la toma de decisiones y de empoderar a los equipos para que puedan actuar de forma autónoma. 

En resumen, la comunicación no es algo que «haces» de vez en cuando, es algo que «eres» como organización. Es un reflejo de tus valores, tu cultura y tu capacidad para prosperar. Invertir en ella es invertir en el futuro y la sostenibilidad de tu cooperativa.  


Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso de su autor mediante una licencia de Creative Commons.

Imagen de publicación: marco-de-vista-superior-de-graficos-de-economia Freepik

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