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Este jueves día 30 estuve en Osuna (Sevilla), en el Convento de la Merced. Bueno, el que fue convento. No, no me volví religioso de repente. El convento es desde hace 20 años la sede de la Escuela de Economía Social. El lugar, no hay duda, tiene su encanto. Además, desde que comenzamos con la pandemia, este ha sido mi primer desplazamiento físico para un taller o una conferencia. Todos los que he venido haciendo desde marzo de 2020 han sido online. Al margen, claro, quedan las clases en la universidad. Así que, por diversas razones, fue un desplazamiento especial. Volver a territorio TransAndalus siempre es un placer. Vale, vale, la ruta no pasa por allí, que para eso tiene un diseño más perimetral. Y, claro, Osuna, ahí cerca de la sartén de Andalucía, nos recibió como debe ser. Dejé Bilbao con lluvia y dieciocho grados y Osuna me acogió casi con diez grados más.

El encuentro me dio la oportunidad de conocer a quienes trabajan en la escuela. Buena gente, no hay duda. Además del taller que yo coordinaba, había otro de la mano de David Barreda. Fue un placer desviartualizarlo. Al igual que hago yo con este artículo, David también ha escrito su particular balance a partir del taller que él coordino. Te recomiendo su lectura.

Por cierto, enseguida se da uno cuenta de que David es un profesional de los que se prepara bien las cosas. Me regaló, además, su reciente libro: El formador 5.0. Eso sí, yo ya lo estaba leyendo en formato ebook. Pero se agradece el detalle, no hay duda. Si quieres una ayuda realmente práctica para manejarte en la formación online (ojo, también en la de toda la vida), el libro de David te vendrá de perlas.

Academia de Emprendimiento de Economía Social, 30 de septiembre 2021. Escuela de Economía Social, Osuna (Sevilla).

La Escuela había organizado unas jornadas que hurgaban en la idea de la economía social abierta. Esta filosofía «open» es transversal y la hemos conocido asociada a diversas áreas: el software de código abierto, la liberación de contenidos académicos en proyectos como edX o el MIT OpenCourseWare, el movimiento de Open Science, en fin, los ejemplos son muchos. En nuestro caso, lo queremos aplicar, claro está, a la economía social. Llevamos a cabo para ello dos talleres en los que quisimos escuchar a quienes participaban. ¿Qué les sugería esta idea? El compromiso que adquirimos con las cerca de 60 personas que asistieron fue devolverles un texto a partir de sus aportaciones. Hicimos girar el contenido en torno a tres ejes:

  1. La coexistencia de «comunidad» y «mercado» en los proyectos de economía social. Cómo trabajar la comunidad sin perder de vista el mercado y viceversa.
  2. Qué conocimiento compartir en abierto y cómo para ponerlo en valor y contribuir a hacer más resiliente nuestro proyecto.
  3. De qué forma generar ingresos económicos alternativos (diferentes a los «típicos» de la actividad) a partir de la profunda convicción social de nuestros proyectos.

A partir de lo que hemos recogido, elaboramos esta lista de diez ideas para «mejorar y abrir proyectos de economía social». No es un copia/pega directo, sino que me he permitido llevar a cabo cierta elaboración a partir de las ideas que surgieron. El orden de exposición no tiene nada que ver con una teórica importancia relativa de los elemenos. Soy consciente de que a veces elevo lo leído a un cierto nivel de abstracción. Prefiero hacerlo así por si ayuda a detectar nuevas posibilidades. Allá vamos.

1. Jugar en lo global y en lo local.

Sí, es una idea muy genérica, pero la realidad es que hoy en día las comunidades se construyen no ya en un plano o en otro (global-local, online-presencial) sino en ambos. Hoy es fácil pensar que la comunidad traspasa fronteras geográficas. Las tecnologías nos ayudan a interactuar con personas de otros países y culturas. Podemos trabajar comunidades amplias. Pero no hay que olvidar el anclaje local. A veces creo que es como investigar a la vez en el plano cuantitativo (muchas personas juntas hacemos más fuerza) y, a la vez en el cualitativo (unas pocas personas conforman a veces un fantástico equipo). Cuando abrimos nuestros proyectos de economía social tenemos que pensar en estos dos planos.

2. Proyectar desde la comunidad hacia el mercado.

Cada proyecto de economía social tiene, evidentemente, una carga social diferente. En calidad y en cantidad. Lo lógico, para mí, es mirar primero a la comunidad. Sí, ya sé que habrá quien no lo vea así. Cuando construimos el modelo de negocio enseguida hablamos del mercado, de su segmentación, de la forma en que vamos a atacarlo. Bueno, la economía social lo es porque hace las cosas de manera diferente. Creo que nos sentimos más cómodas si somos coherentes con este enfoque diferente. Luego viene el mercado. En realidad siempre está presente. La comunidad puede ayudarnos a encontrar oportunidades de mercado. Si primero miras al mercado y luego descubres que había comunidad, perfecto, enhorabuena. Pero si el camino es al revés, miras a la comunidad primero y descubres luego que hay mercado, entonces tu proyecto va a disponer, no lo olvides, de un aval extra. Surgió de la comunidad.

3. El proyecto de economía social, sea cual sea, debe decirle algo a la comunidad local.

Hubo quien hablo de cohousing. Un proyecto así —de enorme fuerza social— tiene que nacer comprometido con la comunidad local en el que quiere prosperar. Cuando escuchaba la propuesta, me acordaba de una jornada a la que me invitaron hace ya unos cuantos años y en la que hablamos de cómo, por ejemplo, un yacimiento arqueológico se abre a la comunidad cercanaVallar el proyecto es enterrarlo de nuevo. No veo un proyecto de economía social que no sea capaz de obligarse a sí mismo a buscar la complicidad con el entorno cercano. La comunidad (la local) siempre preexiste al proyecto concreto de economía social. Quizá es un asunto de simple educación: tenemos que presentarnos ante la vecindad y encontrar la forma en que ser una más del barrio.

4.  La financiación mediante banca ética.

Aquí en MONDRAGON tenemos una entidad financiera que nace inserta en el ADN de su modelo cooperativo. ¿Es Laboral Kutxa banca ética? Si miramos en la Wikipedia, encontramos a TriodosCoop57 o Fiare, pero no vemos a Laboral Kutxa. ¿Por qué hablo de esto? Porque con la que está cayendo de reorganización del sector bancario, no queda sino confiar en una forma alternativa al estándar. La banca ética también forma parte de la gran comunidad de la economía social y solidaria. Sí, es la primera vez que uso en este artículo la palabra «solidaria». Es un adjetivo que añade más carga social, ¿no? ¿Por qué no compartir (o sea, abrir) el proyecto con quienes, en principio, son gente experta en financiar proyectos sociales? ¿No sería una apertura que podríamos llamar «natural»?

5. La fortaleza de un proyecto de economía social también se construye sobre el trueque.

Cuando pensamos en abrir una organización y lo hacemos desde una perspectiva estratégica, suele ocurrir que intentamos mapear los diferentes agentes que intervienen en el sector para «elegir» hacia quiénes abrirla. Pero ocurre que estos mapas casi siempre están basados en las transacciones económicas que ocurren entre esos agentes. La economía circular y la sostenibilidad nos obligan, sin embargo, a ampliar el foco y buscar unas relaciones que, por qué no, pueden estar basadas en el trueque. La comunidad global al más amplio rango (el planeta que compartimos) puede beneficiarse al minimizar fugas del sistema concreto en el que operamos porque son reutilizadas como input en otros puntos del sector (ahora muy ampliado). El trueque es una forma de buscar conexiones de calidad a partir de intercambio de bienes o servicios entre agentes que, de esta forma, descubren que sí, que son parte de una misma comunidad.

6. No debemos ocultarlo: un proyecto de economía social es una opción política.

Por supuesto que cuando abrimos nuestros proyectos de economía social estamos haciendo política. Sí, esa política que definimos (Wikipedia dixit) como «el conjunto de actividades que se asocian con la toma de decisiones en grupo, u otras formas de relaciones de poder entre individuos, como la distribución de recursos o el estatus». Abrir un proyecto es apostar por una construcción colectiva en la que el conocimiento y otros recursos se comparten para que puedan ser reutilizados por otras personas y colectivos. Abrir es una forma de posicionarse ante el mundo. ¿Suena a una definición de muy altos vuelos? Pues creo que cada proyecto de economía social es una forma de hacer política, de intentar dejar un mundo mejor a quienes vienen detrás.

7. La confianza es la clave: al abrirnos ganamos confianza. ¿Por qué no blockchain?

Construir un proyecto de economía sostenible en el tiempo pasa por conseguir confianza. Necesitamos que proveedores, clientes y todos los grupos de interés con quienes interactuamos se fíen de lo que ofrecemos. Esta necesidad nos obliga a hurgar en las fuentes de confianza. La transparencia es una de ellas, la coherencia entre el dicho y el hecho es otra. Pero, ahora, en 2021, también podemos acudir a una nueva fuente de confianza: la tecnología blockchain. ¿No estás muy puesta con el concepto? Empieza por la wikipedia, vale. Más allá, sin embargo, te recomendaría esta publicación del Banco Interamericano de Desarrollo con texto de Marcos Allende López e ilustraciones de Vanessa Colina Unda: Blockchain. Cómo  desarrollar confianza en entornos complejos para generar valor de impacto social. Vale, son 50 páginas, pero créeme, el concepto merece la pena por lo que aporta a la construcción de confianza. Así que cuando pensamos que abrir nuestros proyectos puede ayudar a construir confianza no olvides este nuevo as que puedes sacar de la manga: la tecnología blockchain puede hacer más resiliente nuestro proyecto de economía social.

8. Las cooperativas de plataforma: el futuro es presente.

La idea de trabajo, como tantas otras facetas de nuestras vidas, ha cambiado con el paso del tiempo. Hoy quienes acceden al mercado laboral se encuentran con una realidad compleja. Hay que trabajar. Forma parte lo que somos como humanidad. Pero el trabajo se ha fragmentado. Pero el trabajo se ha digitalizado. ¿El trabajo nos dignifica? La que nos prometieron como economía colaborativa encerraba una trampa: el milagro de la licuación del trabajo se nos ha atragantado. Los algoritmos deciden por nosotras. Y, sin embargo, cooperativas de plataforma pueden emerger como un nuevo paradigma de economía social. La tecnología al servicio de una concepción más humanista del trabajo. Una tecnología que abre nuevos retos a la gobernanza.

9. Lo de siempre, pero visto con las gafas de la economía social.

Puede que todo sea más sencillo. Más que pensar en océanos azules, en grandes ideas, en propuestas únicas e inspiradoras, quizá es lo de siempre, pero visto con las gafas de la economía social. ¿Y si en vez de buscar el éxito —la trampa es que nos hacen medirlo desde la cuenta de resultados— hurgamos en aquello que nos hace sentirnos más a gusto con quienes nos rodean? Abrir nuestro proyecto es buscar química con otras personas y entidades. Esto de la química, siempre lo he dicho, no se descubre hasta que no pruebas. Hay veces en que la casualidad nos reúne en un camino en el que, a partir del momento en que surge la química se transforma. No importa casi tanto el destino como seguir avanzando. ¿Éxitos? A veces incluso los conseguimos. Pero mientras llegan, disfrutamos del camino.

10. Ingresos recurrentes… ¡atípicos!

Nos hemos acostumbrado a pensar en términos de crowdfunding. Hay gente ahí fuera que puede apostar económicamente por nuestro proyecto. Pero, ¿por qué pensar en términos de fue bonito mientras duró? ¿Por qué no intentar afianzar un vínculo económico de servicio que se mantenga a lo largo del tiempo? ¿Podemos pensar en modelos de suscripción que hagan más sostenible económicamente nuestro proyecto? En el taller vimos cómo Wikiloc, por ejemplo, recurre a las donaciones. Cuando abrimos nuestros proyectos entonces podemos también ensanchar los motivos por los cuales generamos ingresos. Desde pensar en modo economía circular hasta considerar la auténtica fuerza social que realmente aportamos. Piensa en términos de «potencia social». ¿Hasta dónde podemos convencer a un determinado grupo de interés para que forme parte de lo que somos? No lo olvides, eres tú y tu red.


Necesitamos economía social ahora más que nunca. Las últimas décadas nos enfrentan ante un giro copernicano en la concepción del trabajo. La financiarización de la economía y el salto cuántico que prometen las tecnologías obligan a rehumanizarnos. Tenemos que compartir más nuestros proyectos de economía social. Tenemos que creernos que somos más cuando socializamos nuestras propuestas. La filosofía open nos viene como anillo al dedo. Personas abiertas a nuestras comunidades cercanas, al planeta, a nuestros grupos de interés, a una economía que tiene que ser circular, a unas tecnologías que (también) nos pueden ayudar a ganar confianza. Retos de calado, ¿verdad? Nadie dijo que fuera fácil, pero eso incluso puede que nos haga disfrutar más del camino. Gracias por apostar por la economía social… y solidaria.


Academia de Emprendimiento de Economía Social, 30 de septiembre 2021. Escuela de Economía Social, Osuna (Sevilla).

Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso del autor

Fuente: https://www.consultorartesano.com/2021/10/10-ideas-para-mejorar-y-abrir-proyectos-de-economia-social.html

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Esta entrada ha sido realizada en el marco del proyecto: “Jornadas de networking, capacitación y cooperación para el sistema de emprendimiento en Economía Social» financiado por la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía.

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