El mito del ave Fénix o capacidad de resiliencia El fénix, un ave de belleza sin igual, como la describen, que después de un tiempo de vivir y aprender de la vida, se prepara para quemarse a sí misma. Para ello, cuentan las diferentes historias del mito, que engalana su nido con flores y fragancias aromáticas, y que al son de su tonada más bella, se enciende a sí mismo hasta quedar en cenizas.
Luego, de esas cenizas nace un ave rejuvenecida, pero mantiene todo el conocimiento y
sentimientos de la vida anterior; por ello se adapta de manera muy rápida a la nueva vida. Según la historia del mito que leamos, habrá más o menos detalles, pero la idea es la misma. Un ser que se convierte en cenizas y emerge de ellas renovado.
Claramente cuesta imaginar un ser vivo que pueda tener este tipo de metamorfosis. No
obstante, en el caso de las empresas, las organizaciones, las instituciones y los países; será posible desaparecer y volver a emerger como un nuevo ente; o el mismo pero renovado.
El año 2020, puso a prueba las capacidades adaptativas de nuestras empresas, organizaciones, familias, la institucionalidad pública en salud, educación, prestación de servicios públicos, conectividad, seguridad pública, gobernabilidad y gobernanza, entre otras. En el caso de las personas, puso a prueba su capacidad de manejo de las relaciones trabajo-ocio-familia, relaciones sociales y familiares.
Con la certeza de que en el futuro “nada será como antes” como han indicado los principales grupos de estudio del futuro a nivel mundial, el 2023 y siguientes, se nos presentan como el período del “gran reinicio” (es un concepto acuñado por el Foro Económico Mundial). En algunos casos será dando forma a cosas que debieron hacerse desde algún tiempo atrás y en otras será aprovechar las oportunidades que la disrupción vivida nos generó.
Esta transformación adaptativa ha puesto frente al reto de la vida a muchas de ellas:
sobrevivir, morir o evolucionar a un estadio superior. Pondrá a prueba una capacidad muy significativa de las organizaciones y personas del futuro: la capacidad de resiliencia. Esta capacidad está asociada con la forma en que las organizaciones y las personas se reinventan, cómo hacen para mantenerse vigentes con su propuesta de creación de valor, cómo adaptan sus sistemas, estructuras, cómo crean nuevos productos, innovan procesos y atraen nuevos clientes. En otras palabras, se pondrá a prueba la adaptabilidad organizacional y en el caso de las personas, la rigidez de los modelos mentales como decía Peter Senge en la obra La Quinta Disciplina ante lo volátil, incierto, complejo y ambiguo (mundo VUCA como lo llaman algunos autores).
En futuros de alta incertidumbre, no sobrevivirán necesariamente las especies más fuertes bajo el concepto de Charles Darwin (países, empresas, instituciones, personas); sino las más resilientes; es decir las que no se aferran a muerte a sus modelos de gestión y están en constante investigación e innovación. Son organizaciones y personas para las cuales el cambio es la única constante e incluso les resulta motivante.
¿Cómo prepararse entonces, para esos niveles de incertidumbre que vendrán? Una manera es anticipando los cambios que arribarán en el futuro. Pero ¿cómo hacer eso si nadie sabe a ciencia cierta lo que sucederá en el futuro? El propio Aristóteles decía que lo único que podía decirse del futuro es que “podría ser mejor, igual o peor que el pasado”. Albert Einstein decía que lo “único que sabemos del futuro es que llegará”.
Aquí es donde toma fuerza la necesidad de que las empresas, las personas, las instituciones, los países realicen ejercicios reflexivos sobre el futuro. Una forma sencilla pero efectiva de hacerlo es creando diferentes escenarios de futuros posibles. En estos escenarios, las conjeturas debidamente validadas por personas expertas irán creando futuros posibles bajo las peores condiciones y otros en donde los impactos y cambios previstos no serán tan catastróficos. De tal manera que si nos preparamos para un futuro muy severo y restrictivo y la evolución de las variables hacen que sea menos negativo, no tendremos mayor impacto; pero si no nos preparamos y se da de manera muy negativa, es probable que hasta nuestra existencia esté en riesgo.
Pensar colectivamente en futuros alternos (positivos, negativos, neutros) hará a las
organizaciones autoevaluarse y contestar a la interrogante ¿qué tan preparados estamos para cambios disruptivos en el futuro?
Sin lugar a duda, el golpe y la lección más dura que nos ha dado el evento disruptivo que
vivimos, es demostrarnos y volvernos a la realidad de que no tenemos el control sobre el
futuro; y que por lo tanto nuestra forma de relacionarnos con el debe ser distinta. En vez de considerar el futuro de manera lineal como lo hemos venido haciendo por años, la invitación es a pensar en futuros múltiples y actuar en concordancia con ello.
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Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso de su autor mediante una licencia de Creative Commons.