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Una característica común a la organización política y económica global de nuestro momento histórico es que actúa como si la explotación de los recursos naturales no estuviera sujeta a ningún límite, como si no se hubiera aceptado la finitud del planeta que ya proclamó en los años 70 del siglo pasado el Club de Roma. No parece aceptarse la subordinación de la economía a las leyes de la Naturaleza, ni que la producción, comercialización y consumo de bienes y servicios están condicionados y limitados por los límites físicos de la biosfera. Las consecuencias son el cambio climático que ya nos afecta y la crisis climática consiguiente que determinará la política y la economía de la sociedad que viene.

El cambio climático traerá desequilibrios en los ecosistemas, aumento de la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, subida del nivel del mar, escasez de agua potable, desertización y alteración de los ciclos agrícolas. Las cadenas de suministro hiperconectadas e hiperdimensionadas tienen una implicación primordial en las causas del cambio climático, son las responsables de la expoliación de los recursos del mundo, saquean las selvas vírgenes, emiten gases nocivos a la atmósfera, sobreexplotan los océanos y los contaminan con vertidos industriales. Al mismo tiempo se verán severamente afectadas por la crisis climática de la que son causa.

Es necesario abordar los cambios que afectan a las formas de organizar la vida social como consecuencia de la crisis climática, Esto requiere estar preparados para los cambios estructurales que exige el mundo que viene, aprovechar el momento de cambio para considerar reformas estructurales necesarias y hacer una reflexión sobre posibles motores estratégicos para la generación de proyectos vertebradores e innovadores en el mundo.

Los retos a los que nos enfentamos son globales y complejos:

  • Retos políticos y de gobernanza que mejoren la confianza en las instituciones y la calidad de los servicios y las decisiones. Es necesario asegurar marcos normativos estables, eficientes y adaptados a las necesidades de la ciudadanía y empresas, que favorezcan la colaboración, la participación ciudadana, la transparencia y la cercanía de la gestión pública.
  • Retos económicos y de desarrollo mediante la conectividad asociada a las nuevas formas de organización del ciclo productivo basadas en la cooperación.
  • Retos climáticos y de sostenibilidad asociados a factores determinantes y prioritarios con inmenso impacto socio-económico, evaluación de riesgos climáticos y aplicación de estrategias de resiliencia entre las que se incluyen la investigación y la innovación aplicada.
  • Retos territoriales, de movilidad y de conectividad para alcanzar un equilibrio territorial con especial atención a la demografía y despoblación donde cobra una importancia medular la extensión de la conectividad: para liderar propuestas de futuro son necesarias redes conectadas desde todos los entornos.
  • Retos de salud y valores vitales destinados a la atención prioritaria de la salud y la vida de las personas y del planeta.
  • Retos sociales, educativos y culturales ligados a los derechos de ciudadanía, a las políticas de género, a las políticas de vivienda, al emprendimiento, al apoyo a la inmigración, a la evolución cultural para transmitir conocimientos de generación en generación y crear aptitudes para cooperar y alcanzar objetivos juntos.

Necesitamos encontrar soluciones innovadoras a los desafíos económicos, sociales y medioambientales, necesitamos que estas soluciones permitan introducir en la economía capitalista valores como la solidaridad, equidad y gobernanza democrática. Las cooperativas y la economía social y solidaria tienen un papel clave en la ruta para conseguir un futuro sostenible que beneficie a toda la población. Las entidades de Economía Social cuentan con un conjunto de principios y valores organizativos desde su constitución que promueven y facilitan la sostenibilidad económica, social y medioambiental.

Las finanzas éticas, alternativas y ciudadanas conforman herramientas específicas para el impulso financiero de todas estas economías sociales transformadoras, capaces de desarrollar tanto procedimientos de gestión como productos y servicios financieros adaptados a las necesidades propias de la economía social y solidaria, a las que las finanzas convencionales no responden de manera tan adecuada dado que no ponderan con el mismo valor la rentabilidad económica y los resultados e impactos sociales y ambientales que forman parte de los principios y valores de la economía social y solidaria.

De esta manera, el sistema de finanzas éticas, alternativas y ciudadanas forma parte, con la economía social y solidaria, de un tronco identitario común de fomento de economías diversas, que, más allá de los rendimientos económicos, traen a primera línea impactos sociales y ambientales, añadiendo a la cadena de valor de la economía relaciones de reciprocidad entre los agentes económicos y sociales, inclusión de elementos de redistribución justa y solidaria de los recursos y bienes económicos e institucionalización de otros límites morales a las acciones de los agentes económicos.

Esta entrada ha sido realizada en el marco del proyecto  Estudio sobre finanzas éticas y alternativas y su vinculación con las empresas y organizaciones de la Economía Social  financiado por la Consejería de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía.  

Emprendimiento Colectivo ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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