Hoy vamos a mirar fuera del entorno empresarial para intentar ganar nuevas perspectivas: vamos a dejar un momento gráficos, objetivos y metodologías para hablar de deporte. No de cualquier deporte, claro, sino de uno de los deportes colectivos por excelencia: el rugby. ¿Que nos puede enseñar el rugby sobre el emprendimiento colectivo? Al menos 4 cosas interesantes.
1. Inclusión
El rugby ofrece la oportunidad de jugar a todos: flacos, gordos, fuertes, rápidos, altos, bajos, hombres y mujeres…todos pueden encontrar su rol y su posición en el campo, todos contribuyen al esfuerzo del equipo.
En el rugby hay un lugar para cada uno, y eso no es poco.
Uno de los principios fundamentales para el buen funcionamiento de los equipos de emprendimiento colectivo es que cada integrante encuentre su rol y se sienta realizado y reconocido en su esfuerzo para el éxito colectivo. Las diferencias de conocimientos, experiencias, competencias… son consideradas una riqueza y un valor añadido, no se premia la uniformidad a único rol. Un emprendimiento colectivo procura incluir a todos sus integrantes y asignarles un rol donde efectivamente puedan contribuir de la mejor manera: no todos los integrantes pueden cubrir todos las posiciones, y nadie es capaz de jugar en todos los roles… ¿o crees que estos dos chicos hacen el mismo trabajo en el equipo?
De esta característica deriva la consecuencia de que en el rugby, como en los emprendimientos, el equipo funciona en la medida en que los integrantes encajan bien y logran complementarse: si alguien falla, no está a la altura del trabajo asignado o no se adapta al equipo, inmediatamente las carencias se vuelven evidentes en el resultado común.
2. Inteligencia colectiva
Como sostiene Senge[1], un buen equipo consigue alcanzar mayores logros que la suma de sus partes por separado: su capacidad como equipo va más allá de la suma de las capacidades individuales de juego. Es literalmente un fenómeno colectivo que surge de una común forma de interpretar el juego, un saber hacer colectivo que lleva a todos los integrantes a actuar al unísono aun sin tener que comunicarse sus movimientos a cada paso.
Más allá de las estrategias planificadas, los equipos emprendedores desarrollan la capacidad de pensar y actuar como equipos, lo cual resulta en una forma propia de entender y llevar el negocio, en la cual a menudo está escondida la fórmula de su éxito.
3. Confianza
Una de las características que hace al rugby tan peculiar es la regla por la cual la pelota hay que pasarla con las manos hacia atrás y no hacia adelante como en la mayoría de los deportes.
Este detalle contradictorio, tener que avanzar haciendo retroceder la pelota, tiene un efecto muy peculiar: para ganar terreno necesitas a tus compañeros. Si tú avanzas y tus compañeros se quedan atrás es muy probable que no llegues a ningún lado. Necesitas confiar en tus compañeros y contar con su confianza.
Un equipo emprendedor que se adentra en un territorio tan impredecible y llenos de dificultades como es el mercado, a menudo descubre que para avanzar tiene que desandar lo andando, volver a buscar su nicho, retroceder un paso para permitir a todo el equipo alinearse.
Para hacer eso es necesaria una enorme dosis de confianza entre los integrantes y hacia el objetivo común: en los momentos de dificultad e incertidumbre los compañeros que se apoyan y se respaldan permiten avanzar, aquellos que se desmarcan hunden al equipo.
Por eso a través del nuevo servicio de coaching empresarial de la Escuela de Economía Social, trabajamos en las componentes emocionales y relacionales de los equipos: por muy fuertes que sean los liderazgos nadie puede llegar solo a la meta.
4. Predominancia del equipo sobre el individuo
En la mayoría de los equipos de rugby persiste la tradición de indicar en el dorso de la camiseta simplemente el número correspondiente al rol del jugador. Mientras otros deportes han cedido a la tentación comercial de poner nombre y apellido a las camisetas de las grandes estrellas, en el rugby todavía hasta los mejores jugadores del mundo llevan solo el número.
Una señal concreta de un concepto muy preciso: la camiseta no es del jugador individualmente, es del equipo. Las victorias, los trofeos y las derrotas son ante todo del equipo. Los integrantes del equipo deben de estar al servicio del proyecto común y no viceversa: los esfuerzos, los errores y los reconocimientos son en primer lugar el reflejo del trabajo común.
Anteponer el proyecto empresarial a las ambiciones individuales y a las luchas de poder es uno de los ejercicios más difíciles que tienen que realizar los equipos emprendedores: por eso en nuestro servicio de coaching empresarial dejamos muy claro que nuestros clientes NO son los emprendedores individualmente, sino el proyecto de emprendimiento como bien común y superior a las individualidades.
Aquí os dejamos un ejemplo que explica mejor que cien palabras estos conceptos:
[1] Senge, R.: El pensamiento de equipo: Hacia una explicación no egoísta. 1998