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Muchos de los emprendimientos colectivos y cooperativas que hemos acompañado a través del Coaching Empresarial desde la Escuela de Economía Social, tras la etapa inicial de búsqueda de su modelo de negocio y lanzamiento, pasan por un momento particularmente difícil en su ciclo de vida: la meseta del desencantamiento. Esta definición, acuñada por José Antonio de Miguel Visa, blogger, experto en start-up y colaborador de la Escuela de Economía Social, describe una etapa crítica para la supervivencia de los emprendimientos, caracterizada por tres elementos comunes a casi todos:

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1. Crecimiento bajo (y a veces nulo).

Los primeros clientes, aquellos visionarios y entusiastas para probar nuevos productos o servicios, son más fáciles de conseguir comparados con los siguientes, más conservadores, pragmáticos y resistentes al cambio. Desafortunadamente son estos últimos los que constituyen la mayoría de los clientes de un emprendimiento y que le permiten alcanzar la sostenibilidad económica. Un poco como pasa en Facebook o Twitter, es más fácil y rápido conseguir los primeros 50 contactos que los siguientes 100. El empuje inicial y el efecto novedad se va disolviendo y es necesario trabajar muy duro para conseguir nuevos clientes y afianzar los existentes. La ‘soledad de los emprendedores’ está al acecho: ya no son objeto de concursos, artículos en la prensa local, felicitaciones y palmadas en la espalda. Comienzan a aflorar nuevos dilemas y problemas: sobrevivir ya es un logro, ¿pero cómo crecer? Ser dueño de tu propio emprendimiento es fantástico, ¿pero cómo llegar a cobrar un salario digno cada mes?

Soñar con la meta ayuda, pero es más importante saber cómo trabajar para acercarse a ella cada día.

2. Necesidad de dar continuidad al proceso de aprendizaje y validación del modelo de negocio.

Poner en marcha un emprendimiento no es un camino lineal y no concluye por el sólo hecho de que la empresa esté operativa o constituida legalmente. El ciclo de experimentar, validar e iterar tiene que ser continuo y riguroso para poder afinar el modelo de negocio de la empresa, mejorar las propuestas de productos y servicios, conocer más a fondo los clientes y, en algunos casos, dar un giro radical a todo el modelo de negocio (el famoso pivote). El problema es que, una vez que nuestra empresa comienza a funcionar, el tiempo se hace más escaso todavía: el día a día, las gestiones, los papeles terminan consumiendo todas las horas a disposición del equipo emprendedor. ‘No tenemos tiempo para pararnos a pensar’ quizás sea la queja más común y contradictoria que escuchamos de los emprendedores con los cuales realizamos Coaching Empresarial.

3. Toma de conciencia progresiva de los pasos a dar para consolidarse y progresar.

Con el transcurrir de los meses el equipo emprendedor acumula experiencia y aprendizaje validado y comienza a intuir el camino por el cual buscar su crecimiento. Sin embargo, a menudo durante este proceso es necesario enfrentarse a las que llamamos ‘verdades incómodas’: hechos que preferimos ignorar, preguntas que evitamos por temor a conocer las respuestas, conflictos que no afrontamos y que erosionan poco a poco la cohesión del equipo emprendedor. Estos momentos de crisis son críticos para re-orientar el emprendimiento: perder la ocasión de hacerlo puede llevar al equipo a arrastrarse por la meseta del desencantamiento, sobreviviendo sin un rumbo preciso hasta consumir el entusiasmo de sus integrantes y los escasos recursos económicos de los que disponen.

El Coaching Empresarial, tal y como lo entendemos y practicamos desde la Escuela de Economía Social, puede ser un buen compañero de viaje para cruzar la meseta del desencantamiento de forma más rápida y con mayores opciones de éxito.

– Rompe la soledad de los/as emprendedores/as y les acompaña a través del apoyo profesional en una etapa del trabajo duro, del cual depende gran parte del futuro éxito o fracaso de su emprendimiento.

– Ofrece apoyo y seguimiento para guiar y organizar el proceso reiterativo de reflexión, experimentación y validación que permite ajustar y mejorar el modelo de negocio. No se trata solo de trabajar duro, sino también de trabajar con método.

– Aporta diferentes perspectivas, experiencias y competencias: empuja al equipo emprendedor a mirar de frente y con claridad a la realidad de su emprendimiento. Plantea preguntas incómodas y hace aflorar problemas latentes, pero también acompaña y sostiene al equipo en la búsqueda de las respuestas y soluciones posibles.

El hombre inteligente te contará lo que sabe, incluso podrá intentar explicártelo.

El hombre sabio te animará a  que lo descubras por tu propia cuenta.

Reg Revans

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